Ana Patricia Collazos, productora radial y gestora cultural, integra el colectivo de mujeres que en Colombia participa en eventos de poesía. actualmente dirige la fundación editorial Tierra de Palabras.
Su infancia se desarrolla en un ambiente muy similar al del tango pero en Neiva, Huila, en un barrio obrero, donde los desplazados, esta vez del campo y por la violencia de los años 50, llegaron a poblar el sur de la ciudad. El taller de carpintería de mi padre y la cocina de mi madre ambientaban una infancia llena de amor.
Mi desarrollo artístico se da en la secundaria, mientras sentía que con las palabras podía descifrar sus primeras y sencillas angustias de adolescente. La lectura de poesía abrió esa puerta a un universo que me permitía desconectarme de esa realidad a veces complicada. Luego llega la radio y sentí que mi voz podría transmitir sensaciones muy mías. Y cuando llega la música a mi vida, descubro que más que poeta, locutora o cantante, lo que yo tenía por misión en la vida era ser artista. La razón, transformar desde la palabra. Soy artista para tocar el alma de muchos otros desde mi palabra. Pero también, como dice uno de mis versos: “Para salvar mi canto, del silencio”.
En cuanto a la poesía esta surge cuando mi padre nos decía que escucháramos lo que decía la letra de sus canciones favoritas, empecé a entender la metáfora de la vida puesta en letras de canciones, allí inició el contacto con la poesía. Luego Neruda, Benedetti, Gabriela Mistral y Alfonsina Storni. En lo referente al tango mi padre en su taller de ebanistería escuchaba muchos tangos. Gardel era conocido en nuestras tardes. Pero el verdadero culpable fue el maestro Libaniel Marulanda, quien fuera mi esposo y compañero de viaje por la vida durante diez años, quien me enseñó a entender el tango de otra manera, a hacer del tango mi pasión vital y a cantar con la agrupación Los Muchachos de Antes.